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Pisqueros Ilustres

En nuestra sección “Pisqueros Ilustres” tenemos a Abraham  Valdelomar, en este lindo extracto, del libro del Sr. Cesar Ángeles Caballero “Peruanidad del Pisco” en la Segunda Parte “El Pisco en la Cultura Peruana” Capitulo II, 1972.
(Ica 1888 Ayacucho 1919)

Presencia de Pisco En Abraham Valdelomar


Por intima y emocionada confesión poética de Valdelomar sabemos, con intensa profundidad lírica, que discurrió su infancia en la quietud marina de Pisco, embebiendo espíritu de playa y océano; misteriosa edad, en la que acopio referencias aédicas, buriló esperanzas hermosas, acaricio sueños de enigma en el mas allá, ausculto con clara intención metafísica las históricas proyecciones de nuestro incaísmo, los perfiles sagradamente patrióticos de la libertad peruana, o llanamente costumbrista en la ya celebre y legendaria figura del “Caballero Carmelo”. De aquellos años transidos de recursos familiares y de
primeras valoraciones estéticas, dirá eclosiones telúricas de marcada raíz modernista.

El puerto de pisco aparece en mis recuerdos… cuya belleza serena y extraña acrecentaba el mar (los Ojos de Judas).

En aquella dorada y apacible edad, Valdelomar apunta como sumiéndose en la añoranza vestida de caracteres familiares:

Tenia nueve años, empezaba el camino sinuoso de la vida y estas primeras visiones de las cosas, que no se borran nunca, marcaron de manera tan dulcemente dolorosa y fantástica el recuerdo de mis primeros años, que así formose el fondo de mi vida triste.(Los ojos de Judas).

 En este enumerara de dulces remembranzas hogareñas y de atisbos biográficos líricos de Valdelomar, la estructura urbana y familiar del recinto donde hilvano sus primeras andanzas de poeta en ciernes.

“…En mi casa, mi dormitorio, tenia una ventana que daba hacia el jardín cuya única vid, desmedrada y raquítica, de hojas carcomidas por el salitre, serpenteaba agarrándose en los barrotes oxidados.

Al despertar abría yo los ojos y contemplaba tras el jardín, el mar. Por allí cruzaban los vapores con su plomiza cabellera de humo que se diluía en el cielo azul. (Los ojos de Judas)…”

Están vividos los datos de la casa materna; del padre”…que era empleado en la Aduana” (“…hermoso tipo moreno; faz tranquila, brillante mirada, bigote prodigo”) y de la madre “dulcemente triste” (Los Ojos de Judas). Esta una vez más la figura libertaria del puerto:

“…Amanecía en Pisco, alegremente. A la agonía de las sombras nocturnas, en el frescor del alba, en el radiante despertar del día, sentíamos los pasos de mi madre en el comedor, preparando el café para papa. Marchase este a la oficina. Despertaba ella a la criada, chirriaba la puerta de la calle con sus mohozos goznes… (El Caballero Carmelo).

No esta solo la añoranza familiar, la estructura del hogar valdeloramariano; esta descrita con maestría, el paisaje y conformación urbana de Pisco, Valdelomar, se constituye en el biógrafo del puerto que milenios atrás conociera del arte y la ciencia de los celebérrimos Paracas:

En el puerto yo lo amaba todo y todo lo recuerdo, porque allí todo era bello y memorable”. (Los Ojos de Judas).

De este puerto “…bello y memorable…” Valdelomar ira señalando sus características, su historia sentimental, su biografía urbana:

“…Tenia tres plazas. Una, la principal, enarenada, con una suerte de pequeño malecón barandado de madera, frente al cual se detenía el carro que hacia viajes “al pueblo”; otra la desolada plazoleta donde estaba mi casa, que tenia por el lado de oriente una valla de toñices; y la tercera, al Sur de la población (Los Ojos de Judas)…”

Las referencias acrecentan el interés de Valdelomar, por auscultar el recuerdo familiar y el puerto que conoció sus primeras y hondas impresiones estéticas:

“…Quien sale de pisco, de la plazoleta sin nombre, salitrosa y tranquila, vecina a la Estación, y torna por la calle del Castillo, que hacia el Sur se alarga, encuentra, al terminar, una plazuela pequeña, donde quemaban a Judas el Domingo de Pascua de resurrección desolado lugar en cuya arena verdeguean a techos las malvas silvestres. Al lado del Poniente, en vez de casas, extiende el mar su manto verde, cuya espuma teje complicados encajes al besar la húmeda orilla.
(El Caballero Carmelo)…”

Muy próxima a la conformación urbana del puerto de pisco, “…divisa en la costa, en la barrosa y vibrante vaguedad marina San Andrés de los Pescadores, la aldea de sencilla gente, que eleva sus casuchas entre la rumorosa orilla y el estéril desierto”. (El Caballero Carmelo). Cuando por circunstancias escolares o por la ausencia que sello su muerte, no volvería mas al puerto de sus andanzas y sugestiones de belleza paisajista:

Al Norte, el puerto ya lejano de Pisco aparecía envuelto en un vapor vibrante, veíanse las casas muy pequeñas; y los pinos, casi borrados por la distancia, elevábanse apenas. Los barcos del puerto tenían un aspecto de abandono, el cual si estuvieran varados por le viento del Sur. (El Muelle parecía entrar apenas en el mar. (Los Ojos de Judas).

El puerto de Pisco con sus misterios y bellezas marinas inconmensurables, mezcla de aire salobre, rumor cadencioso de rítmicas olas, aves mensajeras del cielo yodado, influirá decididamente en los aspectos más representativos de la literatura valdelomariana. En la prosa, servirá para que basándose en los ideales de libertad que nació con San Martín en la Bahía de la independencia, estructure el “Tríptico Patriótico”. Conformado por “Invocación a la Patria, “Bandera, ala-de la victoria” y “Oración a San Martín”, El escenario de Pisco, que por la pluma de Valdelomar se universaliza, como lo es también por el néctar que destilan sus viñedos, adquiere categoría literaria y estética que sobrepasan las tierras que Colon, ganara para la cultura occidental a través de sus mas famosos cuentos… “El Caballero Carmelo”!, “Los Ojos de Judas”, “El Vuelo de los Condores” y el “Hipocampo de Oro”.

La poética valdelomariana bebe sus cauces estéticos y telúricos, también en la grandiosidad de sus costas y campos espigados de viñedos y algodonales. En Pisco escribirá (1916), el soneto “La Casa Familiar” como parte del “Tríptico Aldeano”, aparecido en el Diario “La Prensa” el día 11 de enero de 1917 aunque ya hahía sido publicado el 7 de enero del mismo año en el No.292 de “Baldenarios”. En esta publicación periódica, Valdelomar, siempre con la vigencia del puerto de su infancia, publicara el 24 de octubre de 1915, otro soneto: “El árbol del Cementerio de Pisco” que según apunta Javier Chesman, fue escrito “sobre el Atlántico”, en 1915.

Pisco esta en Valdelomar con intensidad de siglos; esta en la medida que la belleza puede plasmarse a través de la palabra escrita; esta en el verbo de la creación valdelomariana sus causas nobles y señeras; esta diáfano, tendido en intensidad de perpetuidad cósmica, de mensaje perdurable, clareando las paginas de la historia literaria peruana.
Peruanidad del Pisco 1972
Cesar Angeles Caballero
Segunda Parte Capitulo II

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